MILU. (Mi Lucas, hijo de Germán).
Milú, filosofía: Recuperar sabores de antaño a través de un trago ágil y fresco. Pese a ser el vino más modesto de la bodega, dibuja un camino claro por el que muchos otros deberían transitar si ansían llegar a proyectar una imagen clara de los diferentes terruños ribereños.
Viñedo: Selección de diferentes parcelas: La Peñuela, El Picón de la Peñuela y Porquera, de edades entre 27 y 45 años. Las vides conducen mayoritariamente en vaso y no se riegan, para garantizar la mayor concentración de la fruta.
Vendimia: Las uvas se recolectan a mano en distintas pasadas para asegurar que cada grano llegue a bodega en el momento de maduración perfecto.
Crianza: Las maderas empleadas en su crianza son siempre usadas o de gran volumen. 6 meses de robles francés y americano. Si sumamos a este hecho el protagonismo de las levaduras autóctonas y una dosis mínima de sulfuroso únicamente antes del embotellado, resulta sencillo entender que cada botella de Milú encierra un vino verdaderamente especial.
El Vino: Su aroma es franco y nítido, de cerezas y matorrales. Su boca, de gran carácter, combina una acidez casi silvestre y unos taninos abundantes y maduros. La fruta omnipresente recuerda la piel crujiente de la uva y el tacto de la tierra. Violetas y tonos vegetales salpimientan una fruta roja cogida en el punto óptimo de maduración. Culmina en un final salino y sabroso.
Elaboración: No hay despalillado ni estrujado, algunas partidas se pisan con los pies. Levaduras indígenas. El vino no se filtra ni se clarifica y el estabilizado es natural, con el frío del invierno ribereño.
Maridajes: Ensaladas de legumbres o secreto ibérico especialmente.
Recomendaciones: Servir entre 14 y 16ºC. Sepuede conservar hasta el 2012 perfectamente.